domingo, 22 de septiembre de 2013

La Odisea del Tesoro Español: "Las Cajas Españolas"

Año 1936. Es el principio del fin de la Segunda República española. Un golpe de Estado orquestado por Francisco Franco y otros compañeros militares daría comienzo a una etapa oscura y de decadencia que sumiría al país en una larga y amarga dictadura militar. Un conflicto que tendría su base en una encarnizada guerra civil que dividiría por completo a la población española de ese momento. 

Sin embargo, entre tantas sombras, se produjo un suceso que proyectó algo de luz en tiempos tan difíciles y cuyos efectos alcanzarían hasta nuestros días, al mantener prácticamente intacta una buena parte de nuestro pasado histórico y cultural. Y es que, como ya comentamos en la anterior entrada, no hay que olvidar que otra de las grandes víctimas de los conflictos armados es el Patrimonio Cultural.

Precisamente, eso es lo que nos quiso reflejar el documental visionado el pasado 18 de septiembre en clase, "Las Cajas Españolas", la odisea silenciosa que hubieron de soportar las grandes obras artísticas del Museo del Prado durante la Guerra Civil (1936-1939). Al desatarse unos duros enfrentamientos entre las partes más extremistas de los dos bandos políticos de la Guerra, el gobierno republicano entendió que habrían de tomarse medidas urgentes para evitar una gran perdida patrimonial que sería irreparable. Los ataques y saqueos de algunas iglesias o de edificios aristocráticos eran sólo el comienzo. Así, se decretaba la creación de la "Junta de Defensa del Tesoro Artístico", la cual se encargaría de salvaguardar algunos de los bienes culturales españoles más valiosos; al frente de la misma, personalidades como Timoteo Pérez Rubio o José Mª Giner Pantoja, los cuales hicieron posible el desarrollo de esta misión.
Ante la creciente oleada de violencia y la cercanía del bando sublevado a la capital madrileña, se tomará la decisión de desalojar el Prado y de trasladar su ingente cantidad de obras a Valencia, para luego volver a movilizarse hasta Barcelona y, finalmente, ser llevadas al extranjero, primero a Francia y luego a Ginebra. La gran preocupación por el estado de las obras hizo que su movilización se realizara con grandes cuidados y tratamientos, colocándose cada cuadro dentro de unas cajas que eran preparadas con suma delicadeza. Una vez listas, eran llevadas en camiones a través de las peligrosas carreteras del país, sorteando las bombas y los posibles ataques del enemigo, hasta llegar por fin a los "depósitos" de destino de las obras, que a su vez eran también protegidos concienzudamente (caso de las "Torres de Serrano" en Valencia).

El caso del "tesoro español" tuvo tal repercusión que grandes figuras de la Cultura de ese entonces, como Rafael Alberti y María Teresa León, se interesaron y participaron también en la organización del traslado de las obras. Así mismo, en la prensa internacional se hacen eco de la situación de los bienes del Museo. En un principio, desde un diario británico se barajó la posible mala gestión y desaparición de los mismos, pero los dirigentes de la Junta de Salvamento no dudaron en hacer frente a estas críticas, e invitaron a dos periodistas ingleses a observar por sí mismos el estado de las obras. ¿El resultado? Admiración y alegría; tras retractarse de sus opiniones iniciales, felicitaron a los conservadores españoles por la buena labor que estaban desarrollando.

Paralelamente a estos hechos, Madrid es bombardeada y el Museo del Prado se ve afectado. En el último año de la guerra, Franco ya tiene prácticamente ocupado todo el territorio, y la única vía de escape para la Junta y las obras, es el extranjero. De este modo, creaciones de Velázquez, Goya, Rembrandt, El Greco, Tintoretto, Tiziano y muchos más, viajaron más allá de España, evitándose así su posible pérdida.

Aún así, su estancia en el exterior fue breve. El 1 de abril de 1939 se daba por terminada la Guerra Civil española y daba comienzo un nuevo periodo, el de la Dictadura. Franco solicita la devolución del tesoro español, lo cual se cumple al serle reconocido su nuevo gobierno. Cerca de 2.000 cajas salvadas que, sin embargo, ahora debían de retornar a manos de aquellos de los que la Junta había huido. Un final un tanto amargo que, sin embargo, no empaña la gran labor realizada por aquel grupo de personas que habían arriesgado sus vidas para salvar algo que suele ser tan olvidado en tiempos de guerra. Sorprendente es la determinación de Manuel Azaña, cuando afirmaba que prefería abandonar el poder de la República en manos de los golpistas antes que perder un legado tan valioso como es ese gran Patrimonio artístico y cultural que constituye el aclamado Museo del Prado. Y es que, no siempre las grandes victorias se consiguen por medio de las armas.


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